sábado, 15 de septiembre de 2012

El tradicional trueque en Cholula, Puebla Marisol Garrido Márquez 2o.A

 
El microbús nos deja en la Av. 5 de mayo entre 8 oriente y 8 poniente. Nos topamos con una patrulla que permite que crucemos la calle; corremos.
Con cierta inseguridad seguimos caminando hacia el sur, a media cuadra encontramos a una mujer humilde y de edad avanzada que nos solicita tres pesos; lamentablemente no teníamos.
Algunos ya empiezan a colocar sus puestos a las orillas de la banqueta húmeda y fría, debido al clima. Entre estos sólo uno es de flores con una apariencia espléndida, coloridas y muy frescas.
Hemos caminado dos cuadras y estamos en la Av. 5 de mayo esquina 4 oriente,
haciéndose notar la feria; recibiéndonos con un exquisito aroma a carnitas recién preparadas; tamales y atole calientitos; y sin faltar el delicioso pan de fiesta, que se me antoja pero decido no comprar.
Unos pasos más y un tamalero nos dice: “¡Buenos días señoritas! ¿Tamales calientitos?”, a lo cual respondimos sin voltear: “no, gracias”.
Ahora buscamos a la tercera de nosotras, pero aún seguimos un poco desubicadas y  caminamos en frente de la Parroquia de San Pedro, entre los puestos de manzanas, duraznos, semillas y más pan.
Me percaté de la presencia de un reportero alto, tez morena y con chinos, que es grabado montado en su bicicleta de color negro, en el asiento una leyenda: “Jack Robii”, y por cierto, está muy bonita.
Nos detenemos en el Departamento Médico Dental, que por su fachada creímos haber  llegado a la presidencia de esta ciudad de Cholula, hasta que vi una placa con el nombre del lugar. A un costado de aquella puerta está una joven sencilla, preparando un riquísimo  cacao. Su nombre es Georgina Cuatzo Tecuatl  -nombre que tubo que escribir en mi libreta-, tiene 19 años; originaria de San Rafael Cómac, Cholula. Pedimos contestara algunas preguntas, quien muy amablemente acepto. Según nos comentó la bebida es  elaborada con cacao -tostado y molido con mucho cuidado-, haba y maíz molidos, y una hierba denominada pancololo; todo es mezclado y convertido en pasta que se deja reposar para que rinda; una porción de la pasta es mezclada en agua con un instrumento doméstico de madera, llamado molinillo, alrededor de 30 minutos para conseguir esa consistencia espesa y espumosa. También dijo, realiza el tradicional trueque, pues desde los 8 años asiste a esta feria y a muchas otras, aprendió el proceso del cacao gracias a su mamá, siendo este un negocio familiar. Incluso mencionó que el pago por derecho al piso es de trecientos pesos por metro. Nos despedimos, prometiendo volver para probar el cacao.
 
Nuestra amiga nos habla alrededor de cinco veces para saber dónde nos veíamos y dice que está en la ceca de la pirámide, como andábamos perdidas y preguntando se llega a Roma, nos informamos con un joven que vende tacos de carne (que olía muy bien), y nos dice las cuadras que hay que caminar (hasta la esquina, una a la derecha, y luego a la izquierda y derechito).
Camino a la pirámide encontramos a una señora hablando en su lengua,, quien un poco temerosa nos niega la oportunidad de entrevistarla. Continuamos sin fijarnos mucho en nuestro alrededor, por las prisas. Llegamos al área de juegos mecánicos, que todavía no funcionan, ubicados frente al Instituto García de Cisneros y de la Biblioteca Franciscana “Fray Bernardino de Sahagún”; cerca hay algunos puestos de barbacoa y otros antojitos, los cuales despiden un aroma invitando a disfrutarde su delicioso sabor.
Para atravesar la calle tenemos que pasar entre los remolques de los  juegos, dónde el olor es demasiado desagradable  -a orines-.
Damos vuelta en la esquina y encontramos muchos más puestos. Un olor de pan recién preparado, se hace presente. Hay algunos comerciantes -al parecer de originarios de Orizava Veracruz- con sus carritos llenos de plantas, entre ellas un manzano de seiscientos pesos, descubriendo que mi acompañante no había visto nunca uno en su vida.
Metros más adelante un gran puesto de "pan de burro"; de nata y relleno de camote, de fondo la canción “Luz de día”. Toda esa cuadra llena de olores a incienso, carne azada, tamales jarochos y pancita.
Al fin llegamos a donde esta mi amiga faltante, sus papás y su hermano (Av. Morelos, esquina 6 norte, Col. Centro). Nos saludamos y comenzamos a caminar de regreso a la Plaza de la Concordia.
Pasamos por un puesto de dulce de maguey y nos dan la prueba, con un sabor a piloncillo y una textura parecida a la de la caña de azúcar. Adelantito un puesto de bolsas de mano pequeñas, de diferentes colores y diseños muy a la vanguardia.
Volvemos a pasar por el mismo puesto de pan, sólo que ahora nos lo ofrecen de una manera muy peculiar: “cocoles con amor para el novio y con veneno para la suegra”, reímos.
Desde temprano se presentarían algunos eventos culturales en la escuela Profesional Cambridge, exposición de muñecas con vestidos -11 am- y posteriormente la Danza de los Viejitos de Michoacán.
Continuamos nuestro recorrido, ahora nos dan la prueba de la tostada de nata, que un su momento no supe que era. A continuación varios puestos y más olores, a quesadillas de chicharrón, cebollitas azadas, papas a la francesa y a la vista un solo puesto de las deliciosas papas locas.
Por bobas, unos señores que pasaban con sus petates tejidos de palma, enrollados al hombro, casi nos golpean en la cabeza.
Venden hasta quesos en una pequeña mesa colocada casi al centro del pasillo, en sesenta pesos y ochenta pesos. Se oye una canción del nuevo género musical, ball, proveniente de una tienda movistar. En seguida un puesto de perfumes y de lentes, "de marca reconocida"; ropa y calzado “original” Converse en docientos pesos tal vez de China. Incluso un puesto de cocos y algunos de pizza.
En la entrada a la plaza están un par de mujeres y lo coordinadores de la feria -o así parecen-, discutiendo por el lugar que la mujeres querían ocupar para su puesto, le tomamos poca importancia y seguimos. Volvimos a ver el reportero de chinos, esta vez queriéndonos entrevistar, pero caminamos a prisa, negándonos a la entrevista; sin embargo, después nos acercamos para escuchar un poco de lo que le decían y capturar algo sobre este evento (Trueque).
Tuvimos la oportunidad de entrevistar a un trío de policías que pasaban por ahí, quienes muy amables responden a cada pregunta, adentrándonos más en el contexto, nos platicaron que es una feria de tipo cultural a la que asisten personas de diferentes lugares tanto para vender como para visitar la ciudad y “turistear” un poco; que el trueque es una tradición que se ha llevado a cabo por años pero que ellos no han tenido la oportunidad de llevar a cabo, debido a su trabajo, pues es de 24x24 -todo eltiempo. También dijeron que en lo que iba de la feria no habían presentado algún conflicto o contratiempo que pudiese afectar la estabilidad de esta. Agradecimos y nos retiramos. http://www.youtube.com/watch?v=KQKEK-Y0zBs&feature=player_embedded#!

Saliendo, un puesto de algodones de azúcar enormes, antojables y esponjocitos en quince pesos presentamos con un señor de Guerrero, que no muy convencido, contesto unas preguntas.
Él viene desde hace ocho años, su mercancía es elaborada en familia, en su pasaje gasta por lo menos tres mil pesos, sin incluir el costo de regreso; entre las piezas de artesanía guerrerense, traía unas jarras con flores y muchos colores en ciento veinticinco y unas pulseras y aretes en diez pesos.
Aparte del bullicio de la gente, se oye música poco agradable, reggaetón.
En la ventanilla de una puerta de madera de la presidencia preguntamos a un oficial por la Dirección de Turismo, quien seriamente contesta que a nuestra izquierda, señalando a nuestra derecha, en fin pudimos encontrarla. Frente a la entrada de esta se hace presente un delicioso aroma a café. Saludamos y comenzamos con la entrevistar a los funcionarios que ahí se encuentran. Explicaron que la feria es de tipo cultural, gastronómica, religiosa; que los ingresos son de ochenta mil pesos, dinero que será invertido en el beneficio de la sociedad Cholulteca; así como también el hecho de estar con una enorme olla de café para regalar a las personas que están en la feria. Al finalizar nos regalaron algunos promocionales de Cholula -en español/inglés- y de Puebla -en francés-, y lo principal, el café que moría por probar, hecho con café de la sierra norte de puebla, piloncillo y una especie de clavo.
Mi compañera intercambia dos jabones (de baño) por una cubetita de duraznos priscos. Regresamos con Georgina -comerciante de cacao- para negociar unas manzanas, que yo traía de Zacatlán de las Manzanas, por un vaso de la bebida de diez pesos, además nos dan un par de vasos más (de menor tamaño).
Hablamos a la familia de mi amiga para quedar de vernos en el mismo lugar donde nos reunimos-pues ya terminamos con esta investigación de campo-.
Cuando pasábamos por la 4 oriente vimos un puesto a nivel del piso, atendido por unas niñas de vestimenta muy sencilla y humilde con unas flores o plantas -no supieron decirnos el nombre de la planta- extrañas y como peluditas de color verdoso y largas, utilizadas solamente como ornato. Junto a este una clase de carrito con una variedad de antifaces muy brillantes -me probé uno color morado). canción, esta vez, “Fotos y Recuerdo” de Selena Quintanilla. Nos invitan a comer barbacoa “light” pero ya no teníamos espacio en el estomago (¡el cacao sí que llena!).
Algo impresionante es el hecho de que los botes de basura son muy escasos y unos simplemente están tapados con bolsas.
Chávez, y dice que regularmente no intercambia sus productos.
Permite que tomemos algunas fotos, al saber que no éramos “ladronas de creatividad”, pues desconfiaba de nosotras por culpa de unos chinos. Nos recomienda entrevistar a uno de sus colegas, así que vamos. El nombre de este es Sergio Miranda, de 49 años y con 20 años de experiencia en
el mercado de este tipo de artesanías; esta acompañado por su hijo, quien se dedicaría a lo mismo cuando el señor Sergio terminara su tesis de Filosofía y letras en la BUAP y pudiera dar clases  -él también estudio en el BINE-; aunque las ganancias que obtenían en el puesto sólo sirviera para sustentarse con austeridad. Él sí intercambió el día anterior con unas muchachas que igual fueron por motivos escolares.
Probamos el pulque curado de jitomate, el avena y piña colada, cuyo sabor me pareció muy desagradable, como si hubiese tomado algo que estuviera agrío. El litro cuesta veinte pesos.
Nos reunimos con los demás y para complementar el arduo recorrido, decidimos visitar la iglesia de la Virgen de los Remedios, ubicada en la cima de la pirámide principal de la zona arqueológica; la subida parece eterna y es demasiado cansada -debíamos pagar por nuestros pecados-. A un costado están un grupo de danzantes rindiendo culto a uno de los cuatro vientos dedicados a sus deidades;
provenían de distintos estados, vestían de concheros: taparrabo, las mujeres de vestido muy sencillo, huaraches, sonajas, penachos de plumas extravagantes, y cascabeles en lo tobillos-, incluyendo a niños de muy corta edad. 
Más arriba lanzaban cuetes en honor a la virgen. Ahora en la iglesia se realiza la santa misa de medio día y observas la enorme fila de personas que quieren visitar el interior de la capilla y de los que quieren tocar la imagen de la virgen para recibir sus bendiciones. Desde esa altura se puede ver toda la ciudad, es espectacular.
Hace tanto que no vivía una experiencia como esta. Quedé muy satisfecha.

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